Mientras las autoridades se divierten,
la violencia campea en todo México
“Para quien ejerce la autoridad,es molesto lo que se le señala”
Lucas Alamán |
Jesús M. Moreno Mejía.
Que triste es ver que mientras la violencia campea en todo el país, las autoridades se divierten ufanamente fuera de México, ya sea en Las Vegas, Nevada; en Houston, Texas, o en cualquier otro sitio recreativo, “con la conciencia limpia”, según ellos, por no ser de su competencia los crímenes o por ya haber legislado en relación a la prevención de tal o cual delito.
“Para muestra basta un botón”, dice el refrán popular. En octubre pasado el periódico Zócalo de Saltillo publicó el comentario siguiente: “En plena semana laboral, diputados del Congreso pertenecientes al PRI, PAN, Nueva Alianza y PVEM, asistieron el jueves (9 de octubre, al parecer) al encuentro de los Texanos contra los Colts de Indianápolis, en Houston, y hasta posaron para la foto en la tribuna del Estadio NRG”.
En la foto aludida aparecen los legisladores José Luis Moreno, Jorge Alanís Canales y Juan Marcos Villarreal del PRI; Simón Hiram Vargas Hernández de Nueva Alianza; José Refugio Sandoval Rodríguez del Partido Verde Ecologista de México, y Fernando Simón Gutiérrez del PAN, exhibiendo sendos “jersey” del jugador número 23 del equipo “Potros” de Houston.
Los diputados antes mencionados concluirán el 31 de diciembre su período como “representantes populares”, algunos de ellos por la vía uninominal, o sea por voto directo, y otros por vía plurinominal, o sea sin haber sido electos por los ciudadanos sino por el partido político que representan, ya que la ley electoral lo contempla, y para ello se asigna un número de curules en forma proporcional a los votos obtenidos en los comicios respectivos, dentro de cierto porcentaje.
El hecho es que, y antes de que concluya su ejercicio legislativo, los legisladores en referencia se dieron “una escapadita” a Houston (juntos pero no revueltos), a pesar de ser de fracciones parlamentarias diferentes en todos sentidos, menos en la diversión.
Pero no sólo los legisladores se divierten durante o fuera de sus labores, lo hacen de igual manera alcaldes, algunos gobernadores y funcionarios del Poder Judicial de todos los rangos y niveles, según ha trascendido, justo cuando la violencia o la desgracia está presente en su respectivo ámbito o jurisdicción.
Ejemplos de lo anterior hay muchos, pero recordaremos sólo dos de los que vienen a nuestra memoria: Eduardo Olmos Castro, ex alcalde de Torreón, quien de manera muy frecuente iba a Las Vegas, Nevada (obvio es que no era por cuestiones de trabajo), en tanto el municipio que representaba se hundía de manera constante, y cada vez más, en problemas económicos que incluso tuvo que heredar a la actual administración municipal.
Pudiera argüir el ex edil que siempre fue a Las Vegas con sus propios recursos, tal como lo solía hacer su padre, Eduardo Olmos Jácquez, cuando menos dos o tres veces al año, pero éste no manejaba las finanzas del municipio, sino empresas que tenía, o tiene, y por tanto podía disponer de su dinero como quisiera, a la hora que quisiera, sin dejar en entredicho su actuación personal.
Otro caso que pondremos de ejemplo para demostrar a quienes les dan más atención a sus intereses particulares a lo que ocurre en su entidad, es Ángel Aguirre Rivera, el hoy gobernador con licencia (“hasta por seis meses”, según acuerdo del Congreso local de Guerrero), quien tuvo que ceder a la presión ejercida por quienes abandonó durante su gestión y sobre todo de los justamente indignados padres de familia, cuyos hijos fueron sacrificados de manera por demás bárbara y abominable (los de Ayotzinapan).
De él se sabe que poco le importaba que los guerrerenses estuvieran en desgracia por acciones violentas de la naturaleza, o peor aun por la violencia del crimen organizado, o de la de represión ejercida por varios presidentes municipales en contra de jóvenes estudiantes, pues para el ejecutivo le interesaba más estar en la capital del país en asambleas y reuniones de todo tipo, organizadas por la Conago o por el PRD (cuyo partido político lo postuló), incluyendo los festejos correspondientes.
Del Poder Judicial ni para que mencionar ejem- plos, pues basta recordar que en casi todas las agencias del Ministerio Público, del fuero común o federal, es común ver a los funcionarios y secreta-rios siempre comiendo sobre los escritorios, en amenas pláticas telefó- nicas particulares, e inclu- so jugando a las cartas o en su computadora, en lugar de estar atentos a la recepción de cualquier denuncia que se presente, o bien realizando labor de investigación a casos ahí presentados.
“¿Viene a denunciar que lo asaltaron? Nooo, mejor no denuncie porque tomarán venganza en contra suya o de su familia. Mejor olvídelo y dele gracias a Dios que usted no le pasó nada”, han opinado no pocos agentes y secretarios del Ministerio Público al acudir los agraviados.
El caso es que la clase política y quienes ostentan un cargo público, tienen fama de gozar su puesto, de ganar dinero, y no precisamente del sueldo o asignación que les corres- ponda sino por los jugosos negocios que hacen desde donde están, que “al cabo la ciudadanía siempre ha sabido aguantar”, pues como dice el maestro Víctor González Avelar:
“Parece que los mexi- canos no tenemos compos- tura y menos memoria histórica. Es el chistorete, el albur, la ironía o la broma sarcástica, la única salida que tenemos frente a los problemas naciona- les. Desde los lejanos tiempos de la colonia estas muletillas las usamos los mexicanos para afrontar la realidad, aunque no para cambiarla, única- mente para revolcarnos en nuestra propia derrota e impotencia”. ¿Será??
¡Hasta la próxima |